lunes, 10 de diciembre de 2012

Me haces llorar como un niño





Me haces llorar como un niño:

    Me haces llorar como un niño cuando te pido perdón y me demuestras que no soy tan bueno como creo ser.  Como un cuento que no quieres que acabe. Como la última mirada antes de arrancar el coche y alejarme sin besos. Me haces llorar como un niño cuando no nos entendemos, cuando me gritas con tus ojos que abra los míos. Cuando descubro que tienes razón y yo la he perdido. Me haces llorar como un niño que acaba de caerse y busca desesperado los brazos de su madre. Como lloran los sauces cuando acaba la primavera. Como la tinta de una carta que esperó demasiado bajo la lluvia. Me haces llorar cuando te alejas aunque estés sentada en mi mesa, cuando tus “No” se importen por encima de mis “Déjame”, cuando tus manos no aprietan apenas las mías. Me haces llorar cuando esculpes nuestro nombre con tus manos y cuando me gritas que sea tuyo. Me haces llorar con cada noche que me robas, con cada hora de insomnio que te debo. Me hace llorar cuando te vistes, aunque éstas no las veas. Me haces llorar como un niño que pierde sus caramelos y no importa cuánto llore porque nunca volverán. Como quién vuelve a ver a un ser querido tras largo tiempo fuera. Como quién deja de ver a otro al alejarse de la estación. Me haces llorar como un niño porque no me dejas prometerte. Porque no puedo jurar que juraría lo que tú eres. Me haces llorar con cada arañazo que tatúas en mi espalda y con cada dentellada que lanzas a mi mejilla. Como cuando llega la mañana y no hay un after cerca. Como cuando tose el enfermo, cuando cumple años el anciano o llueve sobre el cartón que hace de manta al sintecho. Me haces llorar cuando me abrazas y apenas puedo respirar, cuando me das las gracias aun habiéndome tú hecho el favor.  Me haces llorar como un niño que ha perdido la final y sabe que el segundo es el primer perdedor. Me haces llorar por los años que he perdido antes de TI. Por las lágrimas derramadas que carecían de importancia. Ahora cada una es de un color distinto  y contigo o sin ti, tu recuerdo es Arco-iris.

E.F.C.Q.T.A.S.V.M.M.

lunes, 26 de noviembre de 2012

JUSTICIA ARTÍSTICA

    Últimamente, por diferentes redes sociales asisto a variopintas publicaciones de pseudohistoriadores del arte que parecen haber sufrido un ataque de síndrome de Stendhal  debido al alucinante descubrimiento de unos retratos realizados por Chan Hwee Chong. "Esto es arte con mayúsculas", "Insuperable", "Asiático tenía que ser". Desconozco la trayectoria de este artista y en ningún sentido pretendo desprestigiar su obra pero ya es hora de poner las cosas en su lugar, sobre todo para aquellos que alardean de su hallazgo cultureta. En primer lugar me parece importante comentar que estos retratos están realizados para promocionar los productos de la empresa Faber-Castell y demostrar la calidad de sus bolígrafos y rotuladores. Para ello ha realizado tres retratos: La joven de la Perla (Vermeer), Autorretrato (Van Gogh) y La Gioconda (Leonardo Da Vinci) a través de una técnica formidable. Partiendo de un punto central va construyendo la imagen mediante una espiral que juega con ciertos desvíos y presiones, crea sombras, formas y profundidades hasta construir una reproducción fidedigna del retrato original. A continuación os presento algunas imágenes de lo descrito:




 ¿Increíble verdad? El mérito es extraordinario. No es difícil encontrar vídeos donde se reproduce a alta velocidad la creación "in situ" de la obra. Estos retratos se han realizado en el 2011. Aunque la informática nunca ha sido mi fuerte supongo que existirán decenas de programas que faciliten la creación de este tipo de obras (puntos de referencia, reproducciones informáticas, etc.) y es posible que hayan sido usados en esta ocasión. 

    Pues bien, llegados a este punto es el momento de presentaros al artista que desde mi humilde opinión supera a Hwee Chong. Se trata de un artista francés llamado Claude Mellan. De este grabador y pintor especialista en retratos se conserva en el Museo de Arte de Milwaukee una representación de la Santa Faz de Cristo llamada El Santo Sudario o El Sudario de Santa Verórica:




    La técnica de ejecución es similar a la realizada por Hwee Chong pero el grado de perfeccionamiento y delicadeza es mayor. El cuidado y precisión de la espiral que comienza en la nariz es tal que en una imagen lejana de todo el conjunto apenas se aprecia la linea que la compone. Desde su origen, la linea se adapta "se deforma", y mutila la lógica evolución circular para dibujar un contorno heterogéneo e hipnótico. Aquí tenéis un detalle de su punto inicial:


    Podríamos pensar que Mellan simplemente se esforzó más en conseguir su objetivo y que Hwee Chong sólo estaba ilustrando la calidad de un producto comercial actual, pero si atendemos a la fecha de creación de la obra del artista francés, grabado en plancha en 1649 e impreso por primera vez alrededor de 1720, descubriremos el abismo de calidad entre ambos artistas. Admitimos las diferentes naturalezas de las obras, su función dispar y el salto temporal que las separa transformándolas en productos casi antagónicos, pero nadie podrá negar que la tecnología con la que contaba Claude Mellan no puede hacer frente a las posibles técnicas actuales utilizadas por el artista chino. Con esto no pretendo desprestigiar la labor de Hwee Chong, sino poner en su lugar a los intrusos que alardean de ser entendidos. En la red hay imágenes de ambos artistas. El que lo desee puede comprobar que esto que defiendo es cierto. ¿Curioso verdad? Por una vez un asiático no ha sido el mejor. "Nihil novum sub sole". He dicho.

E.F.C.Q.T.A.S.V.M.M.

lunes, 23 de abril de 2012

Proyecto Whisky




Por las yemas de mis dedos corren tus lágrimas tibias
o en tus labios se detienen antes de precipitarse.

El balcón de tu sonrisa, su antesala del deceso,
privilegio final para el que nunca es tarde.

Las frases que decimos nunca llegan a la altura
de este pecho desbocado que maneja nuestras manos.

Náufrago en alta mar, estremecido por tu voz,
canto de mil sirenas que me atrae hipnotizado.

Detenme pronto, si no quieres que te ame,
la ruta que me marcas sólo tiene una salida.

Transformar sueños de papel por camas familiares,
hablar por hablar mientras te como la vida.


E.F.C.Q.T.A.S.V.M.M.

viernes, 9 de marzo de 2012

Sol sostenido



  Los bolsillos vacíos pero repleto de energía. El espíritu colmado de ilusiones. A cambio de unas monedas amenizaba la tarde con sus baladas sureñas. No era el hombre más alto del mundo pero crecía a cada compás. Miraba de reojo a los chicos con patines que grindaban en el mobiliario cercano. A pesar de su humilde paciencia se le escapaba alguna mirada de rabia hincada directamente en los dichosos chiquillos que habían elegido aquel rincón de la avenida para practicar sus piruetas. Inmediatamente rasgaba las cuerdas de su Fender con más ahínco que antes para que los acordes vencieran al todopoderoso tren juvenil que descarrilaba sobre las bancos de madera y metal. Se paseaba por ambos lados de la calzada desgañitándose con los ojos medio cerrados. La gente lo esquivaba como si se tratase de un demente. Vestía sus pies con pantuflas veraniegas a pesar de que el invierno aún no había dado sus últimos coletazos. Tocado con un sombrero borsalino y una chaqueta oscura irradiaba un aire de señor que contrastaba con los pocos céntimos que habitaban el estuche de su compañera de palosanto.

  A pesar de lo que la gente intentaba aparentar, su música no pasaba desapercibida para nadie. Señoras, parejas, vagabundos, carteros, ejecutivos, pijas y demás grupúsculos sociales que iban y venían y se cruzaban con él lo miraban con cierta vergüenza ajena pero, aunque jamás lo admitieran, también con envidia por su talento y por su desparpajo. Prostituyendo su música y su voz con felicidad, hoy en Calle Ancha y mañana quién sabría.

  El escenario, como en tantas ocasiones sólo podía ser la acera y además que no molestara mucho, no vaya alguna persona a enojarse porque un hippie está impidiendo el tránsito de los respetados transeúntes. No había aplausos tras cada canción. Sólo sus propias sonrisas -en ésta te has salido-. No había reprimendas. Sólo su propia exigencia -ese estribillo no ha encajado del todo-. Con una fe ciega en sí mismo seguía volcándose en cada tema, sintiéndose libre, siguiendo a su corazón, encajando cada burla y convirtiéndola en otro escalón para cantar más alto, para tocar con más pasión. 

  Los más valientes se sentaban cerca, apenas unos minutos y desinhibidos, tanto como la fatiga les permitía, marcaban el ritmo con los pies. La fatiga de saberse observados por los menos valientes, lo que ni siquiera miraban, los que parecían sordos. Sentía revitalizarse gracias a algunas sonrisas de turistas con los que compartía el idioma de sus letras, algunos turistas que le recordaban a él, en otra época, en otra vida, en otro lugar.

  Un raquítico mosaico dorado y plata iba llenando el fondo de su estuche, apenas unas monedas. La fotografía que forraba el interior de su funda iba cubriéndose ocultando los rostros de quién sabe qué personas. Amigos, familia, pareja, personas que echaba de menos, personas que entendían o no su decisión. Personas que volvería a ver algún día, de eso estaba seguro.

  Inevitablemente el ebrio de turno hizo su aparición estelar. Rompió con sus arengas insensatas el delicado equilibrio de los acordes, imponiendo su individual discusión bizantina por encima de la voz adiestrada del artista. Como quién oye llover, aprovechó el momento para afinar las cuerdas de su amada y colocarse bien la tirita que le protegía la yema del dedo índice ya dolorido de tanto rasgueo.

  La ciudad seguía su curso mientras el beodo se alejaba enfadado porque "griegos y romanos eran todos unos asesinos". Ya era hora de buscar otra esquina, otro barrio, otro portal. Ya era hora de finalizar el concierto, antes de que alguna cuerda saltase, antes de que algún graciosillo intentara birlarle unas monedas, antes de que sus dedos dijesen basta. Ya era hora de ir a otra parte a enseñarle al mundo su música. Sólo una pena arrastraba con él, la seguridad de que por el momento, nadie gritaría "otra".

E.F.C.Q.T.A.S.V.

lunes, 6 de febrero de 2012

Carta a los hombres del futuro

  

  Buenas noches hombrecillos del mundo venidero, próximos hijos de la Tierra. Sí, esa motita color caca que tenéis localizada en la Vía Láctea, era mi hogar. También es cierto que lo de hombrecillos no es pega mucho. Por aquí los científicos se están poniendo de acuerdo en que vosotros vais a ser mucho más altos que nosotros (aunque por otra parte, en mi caso no va ser muy difícil.)

    Bueno, el caso es que os escribo para contaros algunas cosillas que se me han pasado por la cabeza. Me he dado cuenta (espero que no influya el hecho de que acabo de ver Demolition Man en el ordenador). ¿Que qué es un ordenador? Pues veréis, todos esos dígitos y elementos multimedia que os proporciona la lente monocular que lleváis incrustada en vuestra retina, en mi época se visualizaban en una pantalla de diferentes tamaños. Esta pantalla iba unida a un teclado donde las letras del alfabeto se distribuían acompañas de diferentes teclas y funciones para poder administrar información a través de páginas web y sistemas operativos… ¡Ya! ¡Lo sé! Menudo rollazo. ¿Qué os creíais? ¿Que los chips que compráis y os introducís bajo la piel, cargados de información han existido siempre?

    Bueno no quiero salirme mucho del tema. He llegado a la conclusión de que voy a escribiros una carta cada cierto tiempo. No sé cómo demonios hacérosla llegar, ya que el correo ordinario supongo que ha desaparecido o lo habréis sustituido por algún tipo de envío telemático-psíquico o cualquier chorrada de esas… Estos hombrecillos hiperespaciales…

    Venía, concretamente a hablaros de una cosa que aquí comúnmente se llama AMOR. El sentimiento amoroso o tener una relación amorosa o querer a alguien, etc., supongo que eso, entre vosotros ya habrá pasado a la historia.

    Seguro que vuestro sistema de emparejamiento (si es que aún existe) está totalmente organizado para obtener el óptimo resultado en la gestación del embrión. Seleccionarán cada parte de un miembro de vuestra especie para reproducirla en perfecta armonía sin errores genéticos o posibles fallos a largo plazo. Supongo que seréis casi inmortales y estaréis repartidos por multitud de planetas para poder subsistir y permitir al medio que se regenere con tiempo y cuidados especializados. Por aquí eso no se hace mucho, y así nos va…
    Total, que me desvío del tema. El caso es que vengo a explicaros una de esas cosas que vosotros no entendéis de vuestros ancestros. Toda esa cantidad de literatura (por dios espero que aún leáis), toda esa cantidad de videos, películas, fotografías, canciones, dibujos, historias, leyendas y demás bienes culturales que hayáis recopilado y salvado de los sucesivos desastres mundiales (naturales o de origen antrópico ) os habréis percatado de que tienen un nexo en común: el AMOR

    Hay muchos tipos de AMOR, existe el AMOR a uno mismo, el AMOR a los animales, el AMOR a las plantas, a AMOR a los videojuegos de Ezio y Altair, el AMOR a tu ciudad, el AMOR a las pizzas del Barranco, etc… Pero yo quiero hablaros del AMOR a otra persona, el AMOR que te hace quererla “amorosamente”….

    Tranquilos, todas esas imágenes de homo sapiens en las que dos de los miembros estaban unidos por sus bocas no son extrañas malformaciones siamesas ni rituales mistéricos de invocación de dioses mitológicos (aunque más de uno se acuerda de su dios cuando está…)

    A ver a ver, que me desvío. El caso es que quiero que conozcáis una forma de interactuar de los ejemplares de mi especie, que por lo menos,  en los siglos que a mí me ha tocado vivir, ha sido de las más productivas y beneficiosas para ambos implicados en el acontecimiento.

    A veces, nosotros, vuestros ancestros, sentimos un extraño sentimiento (un sentimiento es eso que sientes, que no es físico, pero que puede hacerte reír o llorar, puede perjudicarte o beneficiarte y hacerte valorar una posición más que otra dentro de cualquier tipo de litigio) de soledad. Por aquí se ha puesto muy de moda calificar a esos seres humanos de “forever alone”. El caso es que cuando sentimos ese arrebatador sentimiento nos preguntamos que nos falta, que necesitamos para paliarlo. Así llegamos a la conclusión (no os voy a contar todo el proceso pero si leéis algún documento donde aparece el verbo “fapearse” habréis descubierto la primera etapa de la búsqueda) de que necesitamos otro ser humano para curarnos esa enfermedad del alma, del corazón (las enfermedades supongo que las habréis erradicado. Seguro que ahora os morís de algún virus informático que ataca la parte cibernética de vuestro organismo).

    Este otro ser humano, que antiguamente estaba estipulado, debía ser del sexo contrario, pero que en mis años no importaba nada si era de tu mismo sexo,  lo encontramos después de diferentes búsquedas. Algunos, muy pocos, lo encontraban durante su primera búsqueda. Otros debían intentarlo repetidas veces hasta localizar su “media naranja” (una naranja es una fruta…una fruta es un tipo de alimento…sí, alimentarse es lo que vosotros hacéis cuando ingerís esas pastillas llenas de vitaminas, proteínas, y demás nutrientes.)

    Cuando encuentras tu media naranja tienes muchas opciones para/con ella. Una de ellas es exprimirla una vez y tirarla a la basura…… ¡No! ¡Es broma! Os voy a contar lo que pasa cuando unes estos dos elementos: AMOR y media naranja.

    Cuando entre tu media naranja y tú surge el AMOR, el tiempo transcurre a otro ritmo, los minutos parecen segundos y las horas parecen minutos (Einstein, genio coetáneo a nosotros, quiso explicar la Teoría de la Relatividad de esa forma. Sí, esa teoría con la que vosotros aprendéis a leer y a escribir.) A veces, una pareja (que es como se denomina a dos medias naranjas que se unen) pueden estar minutos sin hablar, solo mirándose a la cara como bobos, sonriendo, acariciándose y dándose besos (no os quiero explicar esto es profundidad, pero que sepáis que a veces hay intercambio de saliva..temblad..). Y vosotros diréis “que chorrada y que pérdida de tiempo….en vez de estar jugando a la Nintendostation X con el Medal of Duty XVIII, “Galaxy at War”. Pues sí, eso es parte del AMOR, ¡frikis!

    El AMOR te hace sentirte como cuando vosotros os inyectáis polvo de Plutón en las venas, en esas juergas nocturnas que os echáis, pillines… seguro que vuestra resacas son estratosféricas…

    Algunos de los seres humanos más inteligentes se han empeñado en justificar a través de razones científicas, eso que digo que se llama AMOR. Pero sinceramente, entre nosotros, no creo que ni ellos sepan realmente de qué está hecho.

    El AMOR está hecho del primer bocado al algodón de azúcar que comprábamos en nuestras ferias, está hecho del primer trago de agua tras horas trabajando bajo el Sol (el Sol era la estrella que nos proporcionaba luz y calor en nuestro planeta  y que era el centro de nuestro Sistema Solar). El AMOR es la necesidad  de tener cerca a otro ser humano, aunque no necesites nada específico ni estés sufriendo ningún tipo de patología.  El AMOR es buscar a alguien  y que cuando no esté te falte, no sólo te falte él o ella, sino que te falte todo. El AMOR es aquello por lo que Pablo Neruda escribía, aquello por lo que John Lennon cantaba, aquello por lo que Ulises comenzó su Odisea. Estos son sólo unos ejemplos, los primeros que me han venido a la cabeza, de lo que es o era el AMOR.

    Amigos espigados, imberbes y seguramente con tetradactilia (espero que por lo menos en los pies. Ese condenado dedo diminuto  no sirve para nada, ¡Sólo para golpearse contra objetos puñeteros!) El AMOR, estoy convencido de ello, era lo que movía el Mundo (nuestro mundo, claro está, nosotros, egocéntricos, con nuestro estúpido antropocentrismo ciego, que pensábamos que estábamos solos aquí.)

    Por AMOR el ser humano alcanzaba las cotas más altas de felicidad y a la vez se deprimía hasta alcanzar los grados más bajos de infelicidad posibles. Por AMOR estamos, estábamos dispuestos a hacerlo casi todo (algunos no sólo estaban dispuestos a casi todo, sino a todo). Desde recorrer largas distancias (claro, largas distancias a vosotros…seguro que atravesáis galaxias en segundos…no sabéis disfrutar del viaje…)  para sólo, ver durante unas horas al ser amado; o incluso cambiar radicalmente de vida sólo para estar cerca de esa persona. El AMOR nos asaltaba de repente o iba creciendo dentro de nosotros. El AMOR nos unía como seres humanos. Una abuela de Canadá podía sujetar la mano de su anciano marido, para cruzar la calzada helada, por AMOR. Por AMOR el jornalero madrugaba cada mañana para encorvarse bajo el calor de agosto dentro de los invernaderos de Almería, para dar de comer a su esposa, a su familia. Por AMOR un joven aldeano de alguna provincia rural de China se enfrentaba al grave y recto padre de su amada y le miraba a la cara para pedirle la mano de ésta en matrimonio.

    El AMOR es aquello que nos mantenía ilusionados dentro del mundo de injusticias en el que vivíamos. Algún documento que conservéis os dirá lo contrario. Que el AMOR no era para tanto, que estaba sobrevalorado, que San Valentín lo había inventado El Corte Inglés, (El Corte Inglés es un centro comercial muy conocido…un centro comercial es un lugar donde se desarrolla un mercado de diferentes artículos…comprar…vender… la absoluta autosuficiencia en la que vivís…debe ser aburridísima) hacedme caso, el AMOR existe.

    En conclusión, quería explicaros un poco en esta carta en qué consiste esto del AMOR. Sería imposible que vuestro desarrolladísimo cerebro, vuestro extraordinario intelecto sobrehumano de superhombre (Nietzsche debería estar saltando de alegría si os viera) entienda algo tan poco cuantificable, definible y analizable como el AMOR. Lo siento mucho por vosotros, debéis tener una existencia tan perfecta…que pena. Los errores eran una de las partes más interesantes dentro del corpus ritual del AMOR.  A veces los errores te llevaban a la reconciliación  y la reconciliación te llevaba a... Sí os agitáis viendo imágenes donde se unen los labios de diferentes especímenes…no me hagáis hablar de lo que se une cuando se produce una reconciliación satisfactoria…

    Para despedirme, aunque os volveré a escribir cuando tenga tiempo, quería comentaros algo más. Existen dos seres humanos así por la zona de Granada, provincia de Andalucía, comunidad autónoma de España, país soberano localizado en Europa, continente del planeta Tierra (sí, esa pequeña motita color caca que veis por vuestros hipertelescopios…era dónde vivía, no os moféis más.)¿Los habéis encontrado?  Afinad vuestra maquinaria de viajes temporales y los localizaréis, hacen muy buena pareja, seguro que los reconocéis a primera vista, los dos bajitos y muy guapos ellos. Pues bien, estos albergan, dentro de su “yo” más profundo, eso que os he definido como AMOR. Si por casualidad encontráis en uno de vuestros viajes a mi querido planeta (en vuestra época, esa motita color caca de antes, os lo estáis pasando genial, ¿verdad?), algún vestigio, documento, material o fotografía suya en la que se refleje este sentimiento que llevan ambos inscrito dentro de su más profundo ser, guardadlo. Protegedlo y conservadlo con mimo y delicadeza, pues tenéis delante de vuestras narices a dos de los seres humanos que más ejemplificaron eso que os he definido antes. Son, ellos, el mismo AMOR personificado, la misma inmaterialidad inconmensurable que os describía antes. Jamás llegaréis a discernir la complejidad de conexiones que existen entre esos dos seres vivos. Sólo, admiradlos porque tenéis ante vosotros la mayor aportación que hizo el hombre al Universo: el AMOR puro y desinteresado.


Postdata:
Si recibís esta carta y de alguna forma podéis comunicaros conmigo, por favor, os pido, si puede ser posible, que me digáis, por el amor de Dios (no os explico que es Dios, que estaríamos años aquí…) ¿Cuándo cojones va a ganarle el Madrid al Barça?

Gracias, seres…altos…calvos.
Javi



E.F.C.Q.T.A.S.V.M.M.

miércoles, 25 de enero de 2012

Decir "te quiero" con muchas palabras




   Los neumáticos traquetean sobre las bandas sonoras de la autopista y yo levanto la vista por un momento. Absorto en mi lectura no me he percatado de que tres filas por delante un cani ofrece su particular ritual reguetonero vía iPhone. Ese eslabón perdido de la evolución musical se encuentra en su zenit sonoro. Pun tapun ta, pun tapun ta, etc. El intérprete está haciendo una alusión a las nalgas de la que creo, es su chica… La señora inmediatamente delante se gira y muy amablemente le solicita al joven que reduzca el volumen de aquella obra maestra de la música vocal. Los vecinos más inmediatos al acontecimiento se giran sutilmente para contemplar la explosión verbal que parece avecinarse de la boca del malhumorado simio disléxico. “La señora le molesta la música, pues yo quito la música cojones”. “Gracias hijo”.

  Concluida pacífica e inesperadamente la reyerta observo en mi entorno las consecuencias de 400 kilómetros mañaneros ya rodados. A mi izquierda un excelentísimo doctor alcanza la hora en su última (que no primera) llamada telefónica. Espero que tenga tarifa plana o alguna oferta en plan minutos gratis, porque esta factura va a venir caliente. Tan caliente como su oreja que está cobrando un color rojo espalda quemada por el sol. “Mercedes, hazme caso, ese hombre se ha pasado por mi consulta diez veces este mes, deberías echarle un vistazo”. Si no fuera porque su mujer se lo está pidiendo por favor  desde el asiento junto a la ventana, yo mismo le pediría que colgase o que intentara bajar la voz. Para historias de médicos ya tengo Scrubs.

  En la cola del autobús un bebe rompe a llorar desesperadamente. La madre se afana en descubrir cuál es la causa de este berrinche. Tumbado bocarriba en el regazo de su progenitora no deja de patalear al aire mientras declama La Traviata al estilo párvulo. Aupado por las piernitas la mujer le olisquea el bajo vientre. Por la expresión de su rostro creo que ha dado en el clavo. Antes de que comience el cambio de pañales desvío la vista para centrarme por un momento en el paisaje que me ofrece la ventanilla. Hectáreas de olivos ordenados en una perfecta cuadrícula bañan los valles hasta donde mi vista puede alcanzar. Chozas de hormigón y tractores salpican el paisaje. Pequeñas figuras caminan bajo el sol cubiertas por sombreritos de paja. Un museo del folklore popular se desarrolla en ambos orillas de la carretera.

  Analizado todo el ecosistema en que me hallo inmerso y llegando a la conclusión de que no me aporta nada en absoluto. Decido volver a mi lectura, pero antes consulto la hora en mi móvil. Los últimos cinco minutos los he pasado observando mi alrededor, por lo tanto, desde la última vez que revisé el teléfono ha pasado una hora y veinte minutos. Me pregunto cómo es posible que el tiempo se me haya esfumado a tal velocidad y la respuesta la encuentro en La Sombra del Viento.

  No pretendo terminar el párrafo anterior de una forma metafórica con esas últimas cuatro palabras. Ese es el título de la novela que me acompaña estos días. Con las esquinas dobladas y una arruga horrible que cruza diagonalmente la portada examino la fotografía y el título sobre ésta. Que estúpido fui, criticando sin conocer, resoplando como cansado, cuando me nombraban a este autor y su obra. Que hipócrita por mi parte, yo, que me considero febril lector de cualquier conjunto de letras impreso que llegue a mis manos. Solo existe una razón por la que he descubierto esta obra maestra de “la literatura popular española” este “clásico contemporáneo”. Esa razón eres TÚ. No me has regalado un libro, me has regalado 580 láminas de oro; horas llenas de intriga, suspense, romance, humor y erudición. Me has regalado un gesto, una intención, un descubrimiento. Me has regalado otro recuerdo imborrable en el que compartes protagonismo con Daniel Sempere.  Quería aprender de ti y por este camino voy directo a la magistratura.


                                                                E.F.C.Q.T.A.S.V.M.M.